III ÉPOCA. ERASMUS+ IPEP JAÉN. 'Una representación teatral transformadora. Mi experiencia en la cárcel de Klagenfurt'. Por Juan Manuel Barragán de la Rosa.

     Dentro de nuestra visita “job-shadowing”  a la cárcel de Klagenfurt, capital de Carintia (Austria), de la mano de la Katolische Ausbildung Kärnten y siguiendo  nuestro programa Erasmus+  hubo una experiencia que dejó una profunda huella en mí y de la que me gustaría, siquiera someramente, dejar testimonio en estas líneas, no sólo por lo reveladora que fue para mi compañero de viaje y para mí, sino sobre todo por las posibilidades que abre en nuestra práctica docente en la prisión.


Foto de Juan Manuel de la Rosa

   “Fiction tells the truth”, la ficción retrata la realidad: en efecto, esta forma de retratar y retratarse en una realidad compartida, que es el teatro, tiene la capacidad de tocar las emociones tanto del público como de  los actores y desde ahí  poder iniciar un diálogo reflexivo con el público que puede y debe ser un acicate que permita encontrar vías o tender puentes que nos muevan a la acción y permitan transformar la vida del interno y por ende la realidad carcelaria.


Repensando las prácticas educativas para adultos, estudiantes penitenciarios y menores infractores.


En la representación teatral a la que asistimos y en la que incluso pudimos participar, pude experimentar de primera mano todo el enorme potencial que esta práctica encierra. El tema elegido era de gran calado en el ámbito carcelario: “desafíos”.

Debo decir que los directores Martin Vierg y Armin Staffler (”pedagogen” como ellos mismos se definían) no propusieron una obra teatral al uso, en la que los actores se aprenden su papel y más o menos se representa una obra bastante predecible en el desarrollo y desenlace. No, en esta obra no había “papeles” definidos con “guiones” para seguir al pie de la letra. Se dejaba a la creatividad del actor las palabras a elegir en cada momento, de modo que la vinculación emocional con su actuación era aun mayor. Existía además una interpelación al público por parte de los directores, dejando que éste reflexionara y proporcionara “alternativas” sobre la marcha. La implicación emocional del público era así mayor. El mérito de los directores, entre otras cosas, era el de saber encauzar adecuadamente el debate generado para que no desembocara en disputa sino en reflexión y respuesta fecunda por parte del público carcelario. 

 Otro acierto, a mi juicio, fue el de dar “marcha atrás” en determinados momentos de la representación para incluir las reflexiones colectivas e incluso invitar a miembros del público a convertirse en actores por un breve periodo, para que ellos mismos representaran las “soluciones” propuestas en el debate generado al hilo de la misma. El resultado no podía ser menos que transformador. Los propios directores nos confesaron que en algunas representaciones en las que había personas con capacidad de decisión en el ámbito penitenciario, habían propuesto enmiendas y modificaciones a determinadas leyes, después de asistir activamente a las obras representadas. Entramos aquí en lo que se conoce como “teatro legislativo” y demuestra el calado que puede tener esta actividad si se lleva a cabo en las cárceles, con los medios y sobre todo los profesionales adecuados. 


Foto de Juan Manuel de la Rosa. Francisco de Asis

    No obstante, hay que decir, que el enfoque, tal y como nos confesaron los directores de la obra, se centra más en la terapia personal que puede llevarse a cabo en la realidad de cada uno de los internos que en el ámbito colectivo. Pudimos comprobar a través de nuestro diálogo con los internos y el propio personal de la prisión, cómo muchos de ellos habían ganado en autoestima delante de sus compañeros, cómo habían puesto más “orden” en su situación personal, teniendo más claro los objetivos por los que luchar en la vida. En definitiva, el teatro, este tipo de teatro, les había ayudado a madurar como personas. Nada más que por esto, ya merecía la pena el esfuerzo de llevar a cabo la actividad. 

   Al final tuvimos un pequeño obsequio, que los propios internos-actores nos habían preparado: “pequeñas piedras, que una apoyada en otra formaban una escultura”. Valga este regalo como metáfora de lo que debe ser nuestro trabajo en la prisión: pequeños pasos que en sinergia, por sí solos pueden parecer poca cosa, pero que unidos nos conducirán sin duda a una realidad transformadora.


Foto de Juan Manuel de la Rosa

   Quiero dedicar esta reflexión a los funcionarios de prisiones de la cárcel de Klagenfurt, con los que tuve el placer de conversar en mi estancia allí. Me demostraron los grandes profesionales a la vez que bellísimas personas que sin duda son.

 

Juan Manuel Barragán de la Rosa         

 31/05/2023


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