III ÉPOCA ERASMUS+ IPEP de Jaén: La experiencia de un gran docente en el centro penitenciario.

Buenas tardes.

Comenzamos hoy con otro bloque de actividades, tal vez sea este el más importante. 

Para saber qué debemos mejorar, debemos analizar qué hemos realizado y qué se está llevando a cabo. En este sentido, lo mejor sin duda es aprender de buenas prácticas educativas. Oír, escuchar, meditar, reflexionar, proponer y actuar. 

Empezamos con Juan Manuel Barragán de la Rosa, quien actualmente realiza las funciones de jefe de departamento de Lengua Inglesa en el IPEP de Jaén, veterano del centro con una larguísima y meritoria experiencia profesional, más de 34 años.

Rethinking educational practices for adults, prison students and young offenders 

A lo largo de las próximas semanas y meses, distintos docentes del IPEP de Jaén así como de otras instituciones involucradas en esta tarea, nos irán presentando sus experiencias, sus inquietudes, sus certezas y dudas.

En este caso concreto, Juan Manuel nos cuenta sus vivencias como profesor en el Centro Penitenciario de Jaén.

Aprovecho para darle las gracias en nombre del equipo de coordinación, por ser el primero en lanzarse y abrir una puerta que, seguro, nos llevará a buen puerto.

Foto de @mmolpor


Una experiencia de tres años: bajando a enseñar en la cárcel.

"No hay que censurar a los dioses porque no yerran en nada, ni contra su voluntad ni a propósito. Tampoco a los hombres, porque en nada yerran si no es contra su voluntad. En conclusión no hay que censurar a nadie."

Marco Aurelio


   Cuando se piensa en la palabra cárcel, lo primero que viene a la mente es un lugar de reclusión donde van los que la sociedad "condena" por algún sórdido motivo, lo cual de entrada, para alguien que nunca ha estado allí, genera rechazo y cierta aprehensión cuando menos.  Esa misma imagen me vino el día en que me propusieron  acudir de forma voluntaria, siendo aún un  recién llegado al IPEP. Recuerdo que añadieron  a la oferta de ir allí la coletilla: "...pero no es obligatorio", te puedes negar a ir" como si se sobreentendiera que iba a ser partícipe de "una condena docente".  Contra todo pronóstico, decidí dar el paso adelante hacia lo desconocido y hacerlo. Cambié el discurso imperante y acepté el reto pues intuía que, tras aquellos barrotes, se abría una oportunidad que sin duda me podría enriquecer tanto a nivel profesional como personal. Ahora puedo decir después de tres años acudiendo a la misma que no me equivocaba. Aquella experiencia fue exigente, pues te obligaba a sacar lo mejor de ti para poder llegar a los internos. Descubrí también que este camino era de ida y vuelta: yo les procuré enseñar y transmitir unos valores, pero ellos también me enseñaron a mí y cuánto.

Entre otras cosas aprendí que los derroteros por los que la vida te puede llevar a veces, no sólo dependen de ti y que llegar a la cárcel como interno depende de muchas más variables, muchas de ellas fruto de de la infancia vivida, de la familia que te tocó o de los avatares de la fortuna. También aprendí que existe una segunda oportunidad para el que con coraje elije no someterse al infortunio. Allí aprendí que existe una recompensa a quien se mantiene fiel a su empeño de reinsertarse en la sociedad. Descubrí sueños rotos pero también el coraje de quien, pese a las dificultades que la vida le ha puesto en el camino, lucha contra viento y marea por recuperar su sitio en la sociedad. Y, por último, tomé conciencia de la responsabilidad del profesor en la ayuda a la reinserción mediante el trabajo que allí desempeñé. Ojalá que la sociedad tome también conciencia de este proceso para que hagamos entre todos un mundo más justo y humano.

Juan Manuel Barragán De la Rosa.



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