III ÉPOCA. ERASMUS+ IPEP de Jaén. 'Erasmus+ como agente dinamizador de la educación de adultos y en centros penitenciarios'. Por Pablo Diez Astruga.

 

Continuamos hoy publicando información sobre las ponencias del congreso con la intervención magistral de D. Pablo Diez Astruga, Asesor Técnico Docente de la Unidad de Educación Escolar y Personas Adultas de la Agencia Nacional Erasmus+, SEPIE, quién nos explicó el importante papel que los proyectos Erasmus+ pueden desempeñar a la hora de dinamizar la educación en el contexto de la educación permanente. 

Les dejamos aquí en el blog una grabación del comienzo de su ponencia, el texto de referencia de la misma, tanto en español como en inglés, así como la presentación que utilizó durante su disertación. Pueden descargarse los archivos en los siguientes enlaces:

Ponencia

Presentación


Today we continue publishing information about the conference presentations with the masterful intervention of Mr. Pablo Diez Astruga, Technical Teaching Advisor of the School Education and Adults Unit of the Erasmus+ National Agency, SEPIE, who explained to us the important role that Erasmus+ projects can play when it comes to energizing education in the context of continuing education.

 

We leave you here on the blog a recording of his presentation, the reference text of it, both in Spanish and English, as well as the presentation he used during his dissertation. The files can be downloaded at the following links:


Lecture


Presentation





Contenido textual de referencia de la ponencia

 

Pablo D. Astruga

Asesor Técnico - Servicio español para la Internacionalización de la Educación, SEPIE


homo sum; nihil humani a me alienum puto 

 

La cita del cómico romano clásico Terencio sirve como excusa perfecta para justificar, por ejemplo, la celebración de este Congreso sobre la educación en las prisiones. La elegí a propósito porque encierra un mensaje poderoso y además, está llena de simbolismo. El mensaje es que ninguna realidad humana, por sombría que sea, nos puede ser ajena y el simbolismo viene dado por la declaración de intenciones que los organizadores de este evento han hecho de manera deliberada: es bien conocido que uno de los indicadores más claros del nivel de civismo de una sociedad es cómo trata, cuánto invierte, qué importancia tienen sus colectivos menos (o nada) productivos, en particular el de los presos. La mera celebración de este evento y el interés que ha despertado dan por tanto buena cuenta de ambos: por una parte, del mensaje, en la misma línea del clásico latino pero, sobre todo, de la carga simbólica, ya que pone de manifiesto que vivimos en una sociedad éticamente responsable, circunstancia que sólo es posible, desgraciadamente, en culturas avanzadas, en las que las minorías cuentan. Por tanto, en primer lugar, enhorabuena a quienes lo habéis hecho posible. 

 

La cita de hoy trae parejo también uno de los revulsivos sociales más trascendentes de nuestro tiempo: el programa Erasmus, el cual hace honor a Erasmo de Rotterdam, el “primer” europeo, personaje en el que a menudo me gusta detenerme brevemente antes de hablar propiamente del programa, porque no hay nada de casualidad, más bien lo contrario. 


    Los pioneros del programa debieron pensar en su figura quizás por las mismas (o similares) razones que expresé al principio de este texto: por esa ambivalencia mensaje-símbolo que, a la postre, también forma parte del largo listado de sus valores. El mensaje, por lo que su obra y su vida supusieron para el avance del europeísmo en su faceta más renacentista y antropocéntrica (revolucionaria para la época), concentrado en la figura del teólogo neerlandés y el símbolo es el propio carácter del programa, en cuya exposición de motivos encontramos también la huella de su pensamiento y legado: la internacionalización como motor de la formación de los ciudadanos y el respeto a la diversidad, así como el cultivo del espíritu crítico como claves del discernimiento y por tanto del avance de las sociedades.


Todos ellos adquieren con Erasmo de Rotterdam un papel relevante en el camino del discernimiento y encierran algunas de las claves para el avance, muy posterior, de las sociedades en los principios de la equidad y la democracia. Si bien en su época él sólo fue un pionero y ninguno de sus postulados llegó a extenderse entre la población general (pese al enorme éxito entre la clase con acceso a la cultura) cuando las circunstancias históricas y los avances lo permitieron, estos cobraron plena vigencia, cinco siglos después.

 

El programa Erasmus cumplió hace poco 35 años de existencia. Nació en el seno de la histórica y fructífera Comisión Delors, de la que también surgieron, con el Tratado de Maastricht, de 1992, la idea de una moneda común y el firme propósito de profundizar en el proceso de ampliación e integración europeas, con el establecimiento de poderosos símbolos de cohesión que hoy son realidades cotidianas, como el euro, ya aludido, o la propia denominación de nuestro espacio común: “Unión Europea”, en clara y firme apuesta de superación del hasta entonces poco más que espacio de libre comercio que conocíamos como “Comisión Económica Europea” (CEE), a la cual nuestro país se había adherido no hacía mucho tiempo (en 1986), tras largos años de candidatura.

 

Erasmus+ nace pues en este contexto histórico, trufado del mismo espíritu que impregnó la época: utópico en el trasfondo ideológico, aunque realista y muy bien articulado: fuertemente dotado de proyectos, de ideas, de capital humano y de presupuesto (nada menos que 28 mil millones de euros para el periodo 2021-27), guiado por ese afán tan europeo por avanzar en la integración y la paz dentro de la diversidad. 

 

Con el paso de los años, Erasmus+ se ha convertido en una de las joyas de la corona de la UE, en una seña de identidad a nivel global de la propia Unión y, a día de hoy, continúa siendo el programa educativo más ambicioso de la historia, tanto cualitativa como cuantitativamente, sin parangón a escala mundial (no contaba con precedentes tampoco cuando nació).


    Su objetivo principal continúa siendo, como queda establecido en su exposición de motivos, apoyar, a través del aprendizaje permanente, el desarrollo educativo, profesional y personal de las personas en los ámbitos de la educación, la formación, la juventud y el deporte, dentro de Europa y fuera de su territorio, contribuyendo así al crecimiento sostenible, al empleo de calidad y a la cohesión social, además de a impulsar la innovación y a fortalecer la identidad europea y la ciudadanía activa. En esta declaración de intenciones ya aparecen recogidas las cuatro prioridades fundamentales que trata de abordar el programa de manera transversal en todos los sectores educativos y niveles: 

 

·     El fomento de la inclusión y la diversidad, buscando llegar al mayor número de personas posible o al menos a muchas de las que tradicionalmente han permanecido, por un sinfín de razones, en el extrarradio de la sociedad, incluyendo la población reclusa.

·     La transformación e integración digital, en busca de la alfabetización digital total.

·     La concienciación acerca de la sostenibilidad ambiental, en línea con los objetivos de la Agenda 2030 para combatir los efectos del cambio climático.

·     El fomento de la participación ciudadana en pos de afianzar los valores comunes europeos, basados en el humanismo, la equidad y la democracia.

 

Estos ejes horizontales o transversales del programa Erasmus+ en su segunda edición, para el periodo 2021-27, han de están presentes en todas las acciones clave que se están desarrollando, en todos los ámbitos y etapas de la educación, también en el sector de educación de las personas adultas. 

 

Mirando en nuestra historia reciente las fuentes de inspiración de este programa, a mí me gusta destacar tres: la primera de ellas, por orden cronológico, “La educación encierra un tesoro”, de 1996, un breve pero trascendental documento de conclusiones de la llamada “Comisión Delors” para la UNESCO. Se trata de un pequeño tratado analítico de fuerte espíritu humanista, redactado por una comisión internacional de expertos encabezada por el entonces presidente de la CE, Jacques Delors, en el cual se oficializa por primera vez el concepto de aprendizaje a lo largo de la vida, muy presente en nuestro programa y se proponen algunas respuestas reales a los retos del siglo XXI. Y los otros dos, más recientes, también son referentes con extraordinaria presencia en nuestro programa: la Recomendación del Consejo Europeo, de 2018, con su desarrollo detallado de las competencias clave en educación por una parte y, por otra, la iniciativa de la Comisión Europea llamada “Espacio Europeo de Educación 2025”. Todas ellas están interconectadas y presentes en Erasmus+.

 

En el caso de la primera fuente, la Comisión Delors para la UNESCO, el llamado también Informe para la UNESCO sobre la educación en el siglo XXI, es uno de los pilares fundamentales de Erasmus desde su nacimiento. Recomiendo la lectura de todo el documento a aquellas personas interesadas (se trata de un dosier muy breve, de unas 50 pg.), y muy en particular su introducción, la cual firma, a modo de presentación con el elocuente título “Educación: la utopía necesaria”, el propio Jacques Delors. En esta, se anticipa claramente ya el contexto y los desafíos más importantes que habríamos de enfrentar en el siglo XXI. Se empieza hablar de “globalización” por primera vez y se hace con preocupación, pues se da buena cuenta de los desafíos existentes en el momento: las desigualdades, la falta de oportunidades, el mundo rico y el tercer mundo, que, considera el autor, se van a ver amplificados por ese fenómeno globalizante de carácter invasivo para el que urge estar preparados. La receta que permitirá afrontar estos desafíos descansa como nunca, dice, en la educación, concebida en este documento y de ahora en adelante como “aprendizaje a lo largo de la vida”. Los sistemas educativos, propone, deben rediseñarse teniendo esta idea de fondo si los Gobiernos pretenden preparar a sus ciudadanos para la (incipiente en los años 90) sociedad del conocimiento y de la información. Esta idea de aprendizaje permanente descansa sobre cuatro pilares, a modo de ejes basculantes, de los sistemas educativos: aprender a conocer (los datos, las cifras, la teoría, etc., es decir, el enfoque tradicional de la escuela), aprender a hacer (el fomento de las capacidades y habilidades, orientado al desempeño profesional), aprender a ser (educar los sentimientos, fomentar el pensamiento crítico y autónomo) y, finalmente, no menos importante, aprender a convivir(en la diversidad desde la individualidad, en la valoración y aprecio de la herencia europea humanista como herramienta clave de lucha contra la desigualdad, la inequidad y la injusticia).

 

Las conclusiones de la Comisión Delors continúan presentes en otro de los referentes de Erasmus+: la Recomendación del Consejo Europeo de 22 de mayo de 2018 relativa a las competencias clave para el aprendizaje permanente, la cual establece como primer principio que toda persona tiene derecho a una educación, una formación y un aprendizaje permanente inclusivos y de calidad, a fin de mantener y adquirir capacidades que les permitan participar plenamente en la sociedad y gestionar con éxito las transiciones en el mercado laboral. 

 

Para continuar viendo la conexión con nuestro programa, baste citar textualmente la manera en que la Recomendación define las competencias clave (los aprender a hacera ser, a convivir de la Comisión Delors): aquellas herramientas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personales, su empleabilidad, integración social, estilo de vida sostenible, éxito en la vida en sociedades pacíficas, modo de vida saludable y ciudadanía activa. Estas se desarrollan con una perspectiva de aprendizaje permanente, desde la primera infancia hasta la vida adulta, y mediante el aprendizaje formal, el no formal y el informal en todos los contextos, incluidos la familia, el centro educativo, el lugar de trabajo, el entorno y otras comunidades.

 

Por su parte, la estrategia/Agenda de la Comisión Espacio Europeo de Educación (EEE) 2025, conocida en 2020, es otra de las fuentes de Erasmus en su versión 2021-27, interconectada con las anteriores. 

La propuesta pretende abordar los grandes retos de nuestra época, que no son sino síntomas claros de agotamiento que suceden en sociedades ricas; en particular, el crecimiento de la desigualdad, la prevalencia de la analfabetización digital (y mediática, en general) en amplios sectores de la población y el envejecimiento demográfico a consecuencia del aumento de la esperanza de vida y, por ende, también de la mano de obra. 

Por tanto, considera la Agenda, se hace necesario no sólo reforzar capacidades y competencias, sino continuar apostando por la educación del pensamiento crítico y por la alfabetización mediática. Denota una preocupación creciente por la proliferación de las fake news y la manipulación mediática y establece la necesidad de contar con las herramientas adecuadas para combatir el populismo y la xenofobia. No hay que olvidar el contexto en que esta Agenda fue publicada: a rebufo del trauma del Brexit y la más que probada influencia de determinados medios sobre la opinión pública y el resultado.  

 

Así, el EEE 2025 propone trabajar de forma conjunta con los Estados miembros en pos de un espacio europeo de educación basado en la confianza, el reconocimiento mutuo, la cooperación y el intercambio de buenas prácticas, la movilidad y el crecimiento, invirtiendo decididamente en la educación de la ciudadanía en todas las etapas de la vida, con especial énfasis en el matiz internacional de la formación, así como en el sentimiento de pertenencia y aprecio de los valores y el patrimonio común europeos. Para lograrlo, se propone, entre otras iniciativas, profundizar en el reconocimiento mutuo de las capacitaciones, habilitaciones y títulos y facilitar aún más el acceso a la movilidad de las personas en todas las etapas de la vida, en línea con el concepto de educación permanente.

 

La materialización de Erasmus+ se lleva a cabo a través de las conocidas como Key Actions (KA) o acciones clave. Son de tres clases, en función de sus objetivos y medios para conseguirlos. En esta presentación nos centramos más específicamente en la KA2, pues los organizadores del evento cuentan con amplia experiencia en la KA1 y además, han obtenido recientemente la acreditación Erasmus (KA120) de su institución para el periodo que resta hasta 2027, lo que garantiza la continuidad y el compromiso, tanto de plan de trabajo como de financiación, hasta el fin del citado periodo.

 

Mientras la KA1 se centra en la movilidad de las personas, la KA2 lo hace promoviendo el asociacionismo y la cooperación internacional en torno a un tema de interés común. Para ello, se elabora un proyecto a desarrollar a corto-medio plazo: desde seis meses a tres años, articulado en cuatro fases: la de planificación, fruto de un proceso de detección de necesidades o carencias, la de elaboración y redacción, que incluye la temporalización y recursos a emplear, la ejecución propiamente dicha de las actividades y trabajos programados y, por último, la evaluación del resultado, así como el impacto del proyecto, a presente, pero también a futuro.

 

Hay dos vías de acceso a la acción clave 2: la de entrada, conocida como KA210, o de asociaciones a pequeña escala, dirigida a organizaciones sin experiencia o con poca experiencia previa en Erasmus+, a quienes se pretende poner a disposición los recursos de la UE de la manera más simplificada posible con el objeto de poder llegar al mayor número posible de beneficiarios, y la conocida como KA220, o también “asociaciones de cooperación”, dirigida a entidades con experiencia y mayor capacidad operativa. La financiación se lleva a cabo a través del modelo llamado “a tanto alzado”, es decir, una cantidad fija para cada proyecto. En el caso de la KA210 la financiación puede ser de 30 o de 60 mil euros y en el caso de la KA220, existen tres posibilidades en función de la magnitud y ambición de la propuesta: 120, 250 o 400 mil euros.

 

Volviendo al comienzo de esta presentación, todas las propuestas presentadas deben apelar de una u otra forma a cada uno de los cuatro aspectos horizontales del programa tanto en las diferentes fases de diseño y ejecución como en la propia justificación del proyecto. La temática de los proyectos debe centrarse bien en uno de los aspectos horizontales (llamados prioridades horizontales a este efecto) y/o bien en una prioridad especifica de cada sector educativo: educación superior, escolar, de adultos y formación profesional.

 

Para finalizar, por si no hubiese resultado suficiente el reconocimiento y compromiso explícito e implícito de Erasmus+ con la educación y la formación de las personas adultas, así como con el reconocimiento (con generosa financiación incluida) de la naturaleza universal, inclusiva y permanente de la educación, con especial mención a las personas en situación de desventaja del tipo que sea, una de las prioridades específicas del sector de la educación de las personas adultas a las que aludíamos en el párrafo anterior, menciona precisamente las oportunidades que pueden brindarse, a través de los proyectos, también a las personas en situación de privación de libertad. Se trata de la prioridad especifica centrada en la promoción de centros de aprendizaje locales y espacios de aprendizaje innovadores, cuya justificación aparece redactada de tal forma que incluye en sí misma, no solamente la propia exposición de motivos, sino también los cuatro aspectos horizontales del programa, fundamentados a su vez, como se ha visto, en las tres fuentes de las que hemos ido hablando durante la primera parte de la presentación:  

 

Promover centros de aprendizaje locales y espacios de aprendizaje innovadores

(…) esta prioridad específica tiene por finalidad apoyar los entornos locales de aprendizaje, promover la inclusión social, el compromiso cívico y la democracia y atraer y ofrecer a todos los miembros de la comunidad oportunidades de aprendizaje a lo largo y ancho de toda la vida, también mediante el aprovechamiento de las tecnologías digitales y con medidas para llegar a los aprendientes y motivarlos. Los proyectos podrían, por ejemplo, alentar a los centros de aprendizaje locales, las bibliotecas, los museos, las cárceles, la sociedad civil y la comunidad en general (ONGs, autoridades locales, centros de salud, centros culturales, etc.) a trabajar juntos para motivar y preparar a las personas adultas de todas las edades para adquirir las capacidades para la vida y las competencias clave necesarias para ser resilientes y capaces de adaptarse a los cambios y la incertidumbre.

 

Sirva este último ejemplo para constatar gráficamente la interconexión de todos los elementos, tanto técnicos como subjetivos (éticos, ideológicos, si se quiere), que fundamentan el programa Erasmus+, también en la línea de la cita del clásico con la que comencé esta intervención. Traducido a nuestro lenguaje del siglo XXI, Terencio quizás querría decir que nada nos puede ser ajeno porque todo, para bien y para mal, está conectado con todo en el mundo homo sapiens. 


D. Pablo Diez Astruga. Foto de @mmolpor 


English version.


homo sum; nihil humani a me alienum puto

The quote from the classic Roman comedian Terence serves as a perfect excuse to justify, for example, the holding of this Congress on education in prisons. I chose it on purpose because it contains a powerful message and is also full of symbolism. The message is that no human reality, no matter how dark, can be alien to us and the symbolism is given by the declaration of intentions that the organizers of this event have made deliberately: it is well known that one of the clearest indicators of the level of civility of a society is how it treats, how much it invests, how important its less (or not at all) productive groups are, particularly prisoners. The mere celebration of this event and the interest it has aroused therefore give a good account of both: on the one hand, of the message, in the same line as the Latin classic, but, above all, of the symbolic load, since it shows that we live in an ethically responsible society, a circumstance that is only possible, unfortunately, in advanced cultures, in which minorities count. Therefore, first of all, congratulations to those who have made it possible.


Today's event also brings with it one of the most important social upheavals of our time: the Erasmus program, which honors Erasmus of Rotterdam, the “first” European, a character on whom I often like to pause briefly before speaking of the program itself, as there is nothing by chance, quite the opposite.

The pioneers of the program must have thought about his figure perhaps for the same (or similar) reasons that I expressed at the beginning of this text: because of that message-symbol ambivalence that, in the end, is also part of the long list of its values. The message, for what his work and his life meant for the advancement of Europeanism in its most Renaissance and anthropocentric facet (revolutionary for the time), concentrated in the figure of the Dutch theologian and the symbol is the very character of the program, in which explanatory memorandum we also find the trace of his thought and legacy: internationalization as a driving force for the training of citizens and respect for diversity, as well as the cultivation of the critical spirit as keys to discernment and therefore to the advancement of societies.

Erasmus+ was therefore born in this historical context, filled with the same spirit that permeated the era: utopian in ideological background, although realistic and very well articulated: strongly endowed with projects, ideas, human capital and budget (no less than 28 thousand million euros for the period 2021-27), guided by that very European desire to advance integration and peace within diversity. 


Over the years, Erasmus+ has become one of the jewels in the EU's crown, a global hallmark of the Union itself and, to this day, it continues to be the most ambitious educational program in the EU. history, both qualitatively and quantitatively, unparalleled on a global scale (it had no precedents either when it was born).

Its main objective continues to be, as established in its explanatory statement, to support, through lifelong learning, the educational, professional and personal development of people in the fields of education, training, youth and sport, within of Europe and outside its territory, thus contributing to sustainable growth, quality employment and social cohesion, in addition to promoting innovation and strengthening European identity and active citizenship. This declaration of intent already includes the four fundamental priorities that the program seeks to address in a transversal manner in all educational sectors and levels:

·  The promotion of inclusion and diversity, seeking to reach the greatest number of people possible or at least many of those who have traditionally remained, for a multitude of reasons, on the outskirts of society, including the inmate population.

·  Digital transformation and integration, in search of total digital literacy.

·     Raising awareness about environmental sustainability, in line with the objectives of the 2030 Agenda to combat the effects of climate change.

·    The promotion of citizen participation in pursuit of strengthening common European values, based on humanism, equity and democracy.

These horizontal or transversal axes of the Erasmus+ program in its second edition, for the period 2021-27, must be present in all the key actions that are being developed, in all areas and stages of education, also in the education sector of adults.


Looking at the sources of inspiration for this program in our recent history, I would like to highlight three: the first of them, in chronological order, “Education contains a treasure”, from 1996, a brief but transcendental document of conclusions of the call “Delors Commission” for UNESCO. It is a small analytical treatise with a strong humanist spirit, written by an international commission of experts headed by the then president of the EC, Jacques Delors, in which the concept of lifelong learning is made official for the first time, very present in our program and some real responses to the challenges of the 21st century are proposed. And the other two, more recent, are also references with an extraordinary presence in our program: the Recommendation of the European Council, of 2018, with its detailed development of key competencies in education on the one hand and, on the other, the Commission initiative called “European Education Area 2025”. All of them are interconnected and present in Erasmus+.


In the case of the first source, the Delors Commission for UNESCO, the so-called Report for UNESCO on education in the 21st century, is one of the fundamental pillars of Erasmus since its birth. I recommend reading the entire document to those interested (it is a very brief dossier, about 50 pages), and in particular its introduction, which he signs, as a presentation, with the eloquent title “Education: the necessary utopia”, Jacques Delors himself. In this, the context and the most important challenges that we would have to face in the 21st century are clearly anticipated. We begin to talk about “globalization” for the first time and it is done with concern, since we are well aware of the challenges that exist at the time: inequalities, lack of opportunities, the rich world and the third world, which, the author considers, will be amplified by this globalizing phenomenon of an invasive nature for which it is urgent to be prepared. The recipe that will allow us to face these challenges rests like never before, he says, in education, conceived in this document and from now on as “lifelong learning.” Educational systems, he proposes, must be redesigned with this idea in mind if governments intend to prepare their citizens for the (incipient in the 90s) knowledge and information society. This idea of ​​lifelong learning rests on four pillars, like rocking axes, of educational systems: learning to know (data, figures, theory, etc., that is, the traditional approach of school), learning to do (the promotion of abilities and skills, oriented towards professional performance), learn to be (educate feelings, encourage critical and autonomous thinking) and, finally, no less important, learn to live together (in diversity from individuality, in the valuation and appreciation of the European humanist heritage as a key tool in the fight against inequality, inequity and injustice).


The conclusions of the Delors Commission continue to be present in another of the Erasmus+ references: the Recommendation of the European Council of May 22, 2018 regarding key competencies for lifelong learning, which establishes as the first principle that every person has the right to inclusive and quality education, training and lifelong learning, in order to maintain and acquire skills that allow them to participate fully in society and successfully manage transitions in the labor market.


To continue seeing the connection with our program, it is enough to cite verbatim the way in which the Recommendation defines the key competencies (the learning to do, to be, to live together from the Delors Commission): those tools that all people need for their realization and personal development, their employability, social integration, sustainable lifestyle, success in life in peaceful societies, healthy lifestyle and active citizenship. These are developed with a lifelong learning perspective, from early childhood to adulthood, and through formal, non-formal and informal learning in all contexts, including the family, school, workplace, environment and other communities.


For its part, the strategy/Agenda of the European Education Area Commission (EEA) 2025, known in 2020, is another of the sources of Erasmus in its 2021-27 version, interconnected with the previous ones.


The proposal aims to address the great challenges of our time, which are nothing more than clear symptoms of exhaustion that occur in rich societies; in particular, the growth of inequality, the prevalence of digital (and media, in general) illiteracy in large sectors of the population and demographic aging as a result of the increase in life expectancy and, therefore, also hand in hand working.


Therefore, according to the Agenda, it is necessary not only to strengthen capacities and competencies, but also to continue investing in the education of critical thinking and media literacy. It denotes growing concern about the proliferation of fake news and media manipulation and establishes the need to have adequate tools to combat populism and xenophobia. We must not forget the context in which this Agenda was published: in the wake of the trauma of Brexit and the more than proven influence of certain media on public opinion and the result.


Thus, the EEA 2025 proposes to work together with the Member States towards a European education area based on trust, mutual recognition, cooperation and the exchange of good practices, mobility and growth, investing decisively in education of citizenship at all stages of life, with special emphasis on the international nuance of training, as well as the feeling of belonging and appreciation of common European values ​​and heritage. To achieve this, it is proposed, among other initiatives, to deepen the mutual recognition of training, qualifications and titles and to further facilitate access to mobility for people at all stages of life, in line with the concept of lifelong education.


The materialization of Erasmus+ is carried out through what are known as Key Actions (KA). They are of three kinds, depending on their objectives and means to achieve them. In this presentation we focus more specifically on KA2, as the event organizers have extensive experience in KA1 and have also recently obtained Erasmus accreditation (KA120) from their institution for the remaining period until 2027, which guarantees the continuity and commitment, both in the work plan and in financing, until the end of the aforementioned period.


While KA1 focuses on the mobility of people, KA2 does so by promoting associations and international cooperation around a topic of common interest. To do this, a project is prepared to be developed in the short-medium term: from six months to three years, articulated in four phases: the planning phase, the result of a process of detecting needs or deficiencies, the preparation and writing phase, which includes the timing and resources to be used, the actual execution of the programmed activities and works and, finally, the evaluation of the result, as well as the impact of the project, in the present, but also in the future.


There are two access routes to key action 2: the entry route, known as KA210, or small-scale associations, aimed at organizations with no or little previous experience in Erasmus+, to whom the aim is to make the resources of the EU in the most simplified way possible in order to reach the largest possible number of beneficiaries, and the one known as KA220, or also “cooperation associations”, aimed at entities with experience and greater operational capacity. Financing is carried out through the so-called “lump rate” model, that is, a fixed amount for each project. In the case of the KA210, the financing can be 30 or 60 thousand euros and in the case of the KA220, there are three possibilities depending on the magnitude and ambition of the proposal: 120, 250 or 400 thousand euros.


Returning to the beginning of this presentation, all proposals presented must appeal in one way or another to each of the four horizontal aspects of the program both in the different phases of design and execution and in the justification of the project itself. The theme of the projects must focus either on one of the horizontal aspects (called horizontal priorities for this purpose) and/or on a specific priority of each educational sector: higher education, school education, adult education and vocational training.


Finally, as if the explicit and implicit recognition and commitment of Erasmus+ to the education and training of adults had not been enough, as well as the recognition (with generous funding included) of the universal, inclusive and permanent nature of education, with special mention to people in disadvantaged situations of any kind, one of the specific priorities of the adult education sector to which we alluded in the previous paragraph, mentions precisely the opportunities that can be provided, through of the projects, also to people in situations of deprivation of liberty. This is the specific priority focused on the promotion of local learning centers and innovative learning spaces, whose justification appears written in such a way that it includes in itself, not only the explanatory statement itself, but also the four horizontal aspects of the program, based in turn, as has been seen, on the three sources that we have been talking about during the first part of the presentation:

Promote local learning centers and innovative learning spaces

(…) this specific priority is intended to support local learning environments, promote social inclusion, civic engagement and democracy, and attract and offer all members of the community lifelong learning opportunities, also by taking advantage of digital technologies and with measures to reach and motivate learners. Projects could, for example, encourage local learning centres, libraries, museums, prisons, civil society and the wider community (NGOs, local authorities, health centres, cultural centres, etc.) to work together to motivate and prepare adults of all ages to acquire the life skills and key competencies necessary to be resilient and able to adapt to change and uncertainty.

This last example serves to graphically verify the interconnection of all the elements, both technical and subjective (ethical, ideological, if you will), that underpin the Erasmus+ program, also in line with the quote from the classic with which I began this intervention. Translated into our 21st century language, Terence would perhaps want to say that nothing can be foreign to us because everything, for better and worse, is connected to everything in the homo sapiens world.

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