III ÉPOCA. ERASMUS+ IPEP de JAÉN. Lola, 33 años de experiencia en la prisión como educadora

Cuando Manolo Molina, gran amigo y alma mater de éste y otros proyectos Erasmus+, me habló sobre su nuevo reto nunca pensé que formaría parte de él en forma de artículo y desde la distancia, ya que ambos impartimos clase en distinto nivel educativo.

👉 La importancia de la educación en las prisiones

👉 José Marcos Resola: ¿Cómo educar a los más desfavorecidos?

Mi relación profesional con la prisión comenzó allá por los años 90 cuando aterricé con 21 años como monitora de la UPM.

En aquella época, ya lejana, las clases eran mucho más numerosas y el alumnado parecía mucho más nervioso. En el pasillo de Sociocultural coincidíamos muchas personas que asistíamos, bien como alumnos o como monitores, a múltiples talleres. No existían aún los centros de menores y como buenos adolescentes eran los que más trabajo daban.


👉Artículo sobre la autora, una gran Mujer Erasmus: Se llama Lola.


Con el paso de los años la vida me ha llevado a asistir una vez a la semana como tutora de la UNED y justo en estos días me han recordado desde la sede ubetense que acabo de cumplir 15 años de trabajo con ellos.

Durante ese tiempo he conocido a cientos de alumnos que me han contado 1000 y una situaciones difíciles de sus vidas, siendo unas buscadas o encontradas. 

Siempre he intentado tener presente que un profesor no es un mero transmisor de conocimientos y menos en un lugar como ese.  Cuando enseñamos “en la calle” cumplimos nuestra programación atendiendo a todos los criterios, competencias y parámetros que nos dictan desde instancias superiores.


Rethinking educational practices for adults, prison students and young offenders


Sin embargo, y desde mi modesto punto de vista,  quizás esa magnífica sesión programada hasta la extenuación se queda en agua de borrajas frente a un alumnado tan variopinto como el que te encuentras en los centros penitenciarios.

 Es casi imprescindible adaptarse a las circunstancias día a día tanto en número de personas asistentes a clase como en condiciones de trabajo puesto que el escenario  y los espectadores cambian a una velocidad de vértigo.

Tampoco podemos olvidar que el alumnado ya viene condicionado por las normas externas a  la clase y que el lugar les impone. Con esto lo que quiero destacar es que muchas de las imposiciones por nuestra parte caerán prácticamente en saco roto. ¡Si ya cuesta trabajo enganchar al alumnado del exterior no digamos al interno de un centro penitenciario! Hay ocasiones en qué más que profesor te conviertes en el torero que mueve su capote intentando resolver una faena a veces de rasgos surrealistas sin que te pille el toro.


¡Si ya cuesta trabajo enganchar al alumnado del exterior no digamos al interno de un centro penitenciario!


Con estas palabras, ya quizás demasiado extensas, no deseo dar una clase magistral a todo aquel que quiera pasarse por estos lugares, considerados singulares por aquellos que nunca se acercaron. Solo he pretendido eliminar prejuicios puesto que hay que dejar claro que existe un alumnado bastante agradecido con los con los que nos dejamos caer por allí.

Esos momentos de atención a la diversidad más diversa son los que sigo valorando después de 30 años.

Saludos.

María Dolores De la Torre Ávalos.



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