III ÉPOCA. ERASMUS+ IPEP JAÉN. Primeras impresiones de un profesor en la Educación Permanente. Por Gerardo López Vázquez.

No es sencillo escribir un artículo, y máxime cuando su contenido emana de la propia experiencia personal, de las impresiones que uno alberga, de las ideas que uno profesa. Es un proceso complejo, porque para que tenga utilidad, requiere de una amplia dosis de sinceridad, y por ende, de un temporal abandono de la necesaria prudencia que nos requiere la sociedad actual. Pensemos que un centro educativo, al fin y al cabo, es una reproducción de la realidad en la que vivimos, una idea que, desde luego no es nueva, ahí están autores con visiones tan diversas como Althusser o como Bourdieu. 


@mmolpor

Organizamos nuestro sistema educativo a partir de los esquemas pretéritos que han ido dando ciertos resultados en el pasado. Habitualmente reproducimos la misma lógica en un sinfín de instituciones. Es lógico, se trata de un aprovechamiento de las experiencias pasadas y de mantener todo aquello que funciona. El problema radica en una cuestión, la sociedad no es un ser inmutable, está sometida a los vaivenes de la historia, a los cambios, a un proceso de evolución y de involución. Es por eso por lo que los centros educativos no pueden y no deben de ser clones los unos de los otros. La realidad la ha de definir el medio, el entorno, es decir, las necesidades y especificidades de nuestro alumnado.


Repensando las prácticas educativas con adultos, en centros penitenciarios y menores infractores.


A mi llegada a la educación permanente tenía más o menos asumidos estos principios, sin embargo, no era quizás tan consciente de la heterogeneidad de situaciones y de la necesidad e importancia de la justicia social vinculada a las aulas. La educación para personas adultas me ha revelado una nueva realidad. La realidad de una limpiadora de hogar o de un camarero que necesita el título para una certificación profesional. La realidad de un desempleado que busca una nueva oportunidad. La realidad de muchos inmigrantes que buscan una formación, o simplemente el reconocimiento oficial de la formación que ya tienen, para poder contribuir a esta sociedad. La realidad de un menor que se ha equivocado en el pasado o la de un adulto inmerso en un programa penitenciario de reinserción. Es enorme la labor social que está vinculada a este tipo de educación. Decía Paulo Freire que la educación no cambia el mundo, pero sí cambia a las personas que van a cambiar el mundo. Quizás, en nuestro caso, no estemos formando revolucionarios que cambien el sistema imperante. No es esto lo importante. Lo que de verdad importa es que su realidad, su propia realidad, habrá cambiado.


@mmolpor

Mejorar la vida de las personas y las condiciones básicas de la gente ha de ser una de nuestras prioridades. Pensemos que contamos con un alumnado diverso, de diferentes procedencias, con diferentes lenguas maternas y que, en muchos casos, no dominan todavía nuestra lengua vehicular. Las administraciones públicas han de ser consecuentes con esta realidad. Hoy en día España es un país receptor de inmigrantes, somos una de las puertas de Europa y es necesario que desde la educación permanente seamos capaces de entender cuál debe de ser nuestro papel en todo este proceso. 

Los IPEP deben, a mi juicio, ser pioneros en la puesta en marcha de los tan necesarios procesos de inclusión social. Han de ser el alma mater de todos aquellos que huérfanos de formación o simplemente desconociendo la lengua de Cervantes, hayan elegido nuestro país para comenzar una vida mejor. Nuestra lengua vehicular ha de erigirse como la mejor y más útil de las herramientas que podemos ofrecer. Todo lo demás habrá de venir después.


GERARDO LÓPEZ VÁZQUEZ

DEPARTAMENTO GEOGRAFÍA E HISTORIA. IPEP DE JAÉN.

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