III ÉPOCA. ERASMUS+ de Jaén. Portugal: un sistema de estudios diseñado específicamente para educación en prisiones. Por Manuel Ortega

 Desde el inicio de mi carrera profesional como profesor de Secundaria, siempre me he involucrado en Proyectos centrados en la innovación didáctica y pedagógica, actuando como ponente en varias ocasiones. 

 

Manuel Ortega durante su job shadowing en Dinamarca. Foto de @mmolpor

 👉 U
n job shadowing Erasmus+ en la tierra de Hamlet


En el 2017, ya con 4 sexenios a las espaldas, decidí sumarme al Universo Erasmus que, sin lugar a dudas, me ha regalado las experiencias más “plenas” y enriquecedoras que he vivido como profesor. Y no sólo a nivel profesional. Comparto la opinión, expresada recientemente por una ponente en el último congreso regional Erasmus+ aquí en Jaén, de que cuando una vez que entras en el mundo Erasmus+ ya siempre habrá un antes y un después.  

   

‘Mis ojos no daban crédito cuando entré en un aula con paridad profesores y alumnos. 

Un profesor por alumno’.


Los expertos coinciden en afirmar que la educación está abocada a sufrir serias transformaciones para adecuarse a los cambios y la sociedad actual. Pero, digo yo, la educación de personas adultas no es ni puede ser la excepción. En el IPEP de Jaén impartimos docencia a adultos, estudiantes penitenciarios y menores infractores. Pese a algunas deficiencias técnicas, como ocurre en otros muchos centros, nuestra principal preocupación se centra en unas tasas de absentismo y abandono que han ido de mal en peor en los últimos años. La problemática se acentúa, y bastante, si hablamos de nuestra intervención en el Centro Penitenciario de Jaén, donde impartimos bachillerato. Pero tenemos la suerte de contar con un inmenso capital humano; un profesorado experimentado y capaz, así que no imagino mejor caldo de cultivo para un Proyecto Erasmus+ que, estoy convencido, nos va a guiar y propulsar en todo este proceso.

 

Repensando las prácticas educativas para adultos, estudiantes penitenciarios

 y menores infractores

 

Aunque aún estamos dando los primeros pasos, ya he tenido la suerte de vivir mi primera e impactante experiencia Erasmus+ realizando un Job shadowing en la prestigiosa Escola Secundária João Gonçalves Zarco de Matosinhos (Portugal) que ha incluido la visita a los dos centros penitenciarios de Oporto en los que imparten docencia. En ella he podido constatar cuán distintos pueden ser los planes educativos de dos países vecinos, incluso compartiendo las mismas directrices y protocolos europeos. Parece que nuestros vecinos portugueses han dado algunos pasos en una dirección que, personalmente, se me antoja acertada, aunque tampoco voy a decir que todo el monte es orégano. Mis ojos no daban crédito cuando entré en un aula con paridad profesores y alumnos. Un profesor por alumno. Sentaditos por parejas analizando opciones y correcciones en el desarrollo de los proyectos, de forma individualizada (con mayúsculas) y con una cercanía e implicación evidentes. Aquello fue lo suficientemente elocuente como para entender que la educación allí respira otros aires. 


Foto de @mmolpor


Nuestra visita a Cadeias (cárcel de hombres) no fue menos impactante. Entré allí en una lluviosa mañana de noviembre, acompañado por mi compañero de viaje Manuel Molina y D. José Marques (nuestro generos guía y anfitrión entregado). Qué decir del lugar. Un sitio hermético, recio y frío, donde el corazón y los sentidos van a otro ritmo. Salvando cerrojos, pasábamos de una zona gris a otra. A mis ojos reinaba un ambiente caótico, con movimiento constante de presos en sus labores matutinas y funcionarios en estado de alerta constate. Tras no se cuántas puertas, finalmente accedimos a una sección reservada a los aularios. De repente, el ambiente era otro. Desaparecieron los guardias. Nuestro anfitrión, José, nos fue conduciendo por distintas clases donde pudimos conocer al profesorado y tomamos algunos detalles del sistema de trabajo que los propios alumnos se esforzaban por hacernos entender, chapurreando cortésmente nuestro idioma. 

 

Foto de @mmolpor


Se veían trabajos del orgulloso alumnado expuestos a diestra y siniestra. Pero, lo que me maravilló fue comprobar el enorme afecto y admiración que estos presos profesaban a sus profesores. Uno de ellos nos contaba que cuando saliera de allí jamás volvería a delinquir porque no quería decepcionar a su profesora favorita: María Cielo, se llama. Los alumnos posaron con nosotros en algunas instantáneas que nos permitieron hacer y, por un momento, hasta llegué a olvidar el tipo de lugar en que me encontraba.

 

Pero si la visita a la cárcel de hombres fue impactante, no lo fue menos cuando dos días después acudimos a la prisión de mujeres de Oporto, sita en Santa Cruz do Bispo. Aquello era otra cosa, es cierto. Aunque el acceso al sitio fue mucho más relajado, y el interior estaba tan cuidado y lucía tan moderno que, si no fuera por la presencia de los guardias y muros perimetrales, casi podrías creer estar en un moderno pabellón de congresos más que en un centro penitenciario. Allí compartimos impresiones con varias profesoras, y se repitió la misma constante que dos días antes: el grueso del profesorado impartía clase allí por voluntad propia. Y no me extraña, porque aquellas mujeres idolatraban a sus profesoras. Ante nuestra sorpresa, nos pidieron que diésemos una charla a un grupo de presas para explicar quién éramos, de dónde veníamos y qué hacíamos allí. Mi compañero Manuel, más nervioso que de costumbre pero con ese brillo natural que saca en las grandes ocasiones, aceptó torear en lo que se antojaba una plaza complicada, pero la experiencia no pudo ser más grata ante un público tan interesado por escuchar como en reír nuestras gracias. Fueron 50 minutos maravillosos en los que pudimos proyectar dos pequeños documentales y una presentación, que por suerte llevábamos preparada para otros menesteres, y pudimos amenizar la mañana a aquel puñado de presas contándoles las cosas de nuestro Jaén. El esfuerzo de Manuel por chapurrear en portugués se vio recompensado con creces con una gran ovación y muestras de afecto.


Foto de @mmolpor

En el último día de movilidad, volvimos a Santa Cruz do Bispo para presenciar un acto cultural promovido por la fundación Serralves. Me quito el sombrero. Acudíamos para presenciar una especie de festival musical protagonizado por algunas presas. Nos condujeron a una gran sala, casi en total oscuridad, con 150 presas y no pocos guardas. Fuimos asaltados por algunas de ellas, encantadas de volver a vernos allí, y se esforzaron por explicarnos qué es lo que íbamos a presenciar. Fue una tarde plagada de emociones. Las “artistas” se iban sucediendo en el escenario, regalándonos y regalándose canciones o poesías, acompañadas por un famoso guitarrista local, con las que expresaban esperanzas y miserias, con esa sensibilidad portuguesa que tan fácil te toca la fibra.

Foto @mmolpor

Constatamos grandes diferencias entre lo visto allí y lo que nosotros tenemos aquí, al menos en Jaén. En Portugal existe un sistema de estudios diseñado específicamente para educación en prisiones y con una generosa dotación de educadores. Y no nos pasó desapercibido la constante coordinación y evidente sinergia entre todos los agentes implicados: profesorado de primaria y secundaría, centro de referencia, dirección de la cárcel, Ministerio de Interior y las fundaciones. Nos queda mucho por andar, con este proyecto “Repensando las prácticas en educación de adultos, estudiantes en prisiones y menores infractores”, pero ya hemos tomado algunas notas para empezar a “virar a mesa” como dicen nuestros vecinos.

Manuel Ortega García. 

Profesor de Física y Química del IPEP de Jaén. 

Comentarios