En esta entrada, y tras un periodo de reflexión, Ernesto nos cuenta algunas de las experiencias que vivió durante su visita 'job-shadowing' de este año en LMS. En él, se plantea un debate peliagudo. Léanlo y debatamos, que de eso se trata.
Ernesto Medina en #LMS octubre 2017 foto de María José Catena |
Estancia de Ernesto Medina Rincón en Lytchett Minster School
Manuel
Molina, el coordinador del Erasmus+, había preparado concienzudamente el plan de
trabajo para la visita que íbamos a iniciar el lunes Mª José y yo en Lytchett
Minster School. Teníamos organizada una semana completa de trabajo en la que se
alternaban entrevistas con el Equipo Directivo, reuniones con los profesores de
idiomas y educación especial y asistencia a clases. Cinco días por delante para
entender cómo funcionaba el sistema educativo inglés y qué aspectos, sobre todo
en lo referente a la organización y dirección del Centro, que era lo que a mí más
me importaba, eran susceptibles de incorporar a nuestro estilo de dirección
considerando las características y peculiaridades de una y otra enseñanza.
'Se establece una distancia de respeto y jerarquía entre alumnos y profesores (...) imprescindible para el trabajo docente.
El
domingo por la tarde nos acercamos dando un paseo a la puerta del Instituto.
Entre los castaños se intuía el edificio principal y las extensiones de campos
anexos al Colegio. La verja de acceso estaba cerrada. En uno de los laterales
colgaba un cartel. Bastó la lectura de aquel anuncio para darme cuenta de que
había aterrizado en otro mundo educativo: “Se alquilan las instalaciones para
bodas y celebraciones”. Un centro público inglés podía rentabilizar sus
recursos sin mayores trabas administrativas, mientras que en Andalucía la
cesión de cualquier dependencia es compleja y a partir del curso próximo
inviable.
El
lunes nos recibió el Director. Manuel había insistido en que debía ir con
chaqueta y corbata. No era un capricho suyo. Todos los profesores varones
vestían riguroso traje. Con las profesoras había mayor tolerancia. Sería
interesante abrir un debate sobre si esta discriminación no es sexista. En la
España posmoderna de lo políticamente correcto la discusión hubiera sido
inacabable y bizantina. Sin embargo, creo que interpreté correctamente la
intención de este atuendo obligatorio. Se establece una distancia de respeto y
jerarquía entre alumnos y profesores, que por otra parte considero
imprescindible para el trabajo docente.
Biblioteca #LMS foto @mmolpor |
El
recibimiento del Director, Andrew Mead, fue muy cordial. Se puso a nuestra
completa disposición y nos animó a recorrer el Colegio sin cortapisas presto a
resolver cualquier duda que pudiéramos plantearle. Ese mismo día nos presentó
al resto del Claustro, aprovechando que tenían sesión ordinaria, calificándonos
de “lovely people”. Se permitió la broma de que si nos veían despistados o
perdidos nos prestaran socorro. Dicha sesión de Claustro fue para mí
sorprendente. El Director casi no intervino. Tomaron la palabra los
“vicedirectores” y “jefes de estudios” para corregir algunos aspectos de
funcionamiento y mostrar herramientas de trabajo pedagógico. Las intervenciones
de los profesores fueron mínimas: pequeñas aclaraciones. Lo cual me dejo claro que
había un plan de trabajo diseñado por un responsable, el Director, al que se
amoldaban el resto de docentes. Dicho de otra manera se trabajaba con el
organigrama de una empresa que debía alcanzar unos objetivos para producir unos
beneficios. Me parece el camino adecuado. En España seguimos discutiendo el
modelo de dirección alcanzando el único acuerdo de no definirlo nunca. Mientras
que en Inglaterra el Director es sometido a un proceso de selección muy
riguroso y evaluado constantemente, pero a cambio tiene la capacidad de
decisión que nos falta en España. Uno de los días se produjo entre Andrew, Mª
José y yo una conversación que pone bien a las claras las distancias
existentes. Mr. Mead nos ofreció la posibilidad de acompañarlo en una visita a
las aulas, actividad que realizaba diariamente. Entró en una clase de lengua.
No llamó a la puerta, sin que pueda achacarse este extremo a la manifestación
de autoridad sino más bien al ánimo de no interrumpir. Ni alumnos ni profesora
se inmutaron. Para ellos era también algo habitual. Comprobó el trabajo con el
que estaban algunos alumnos, especialmente el de los más retrasados, que tenían
una segunda profesora de apoyo. (To be continued).
Director del IES SIERRA MÁGINA de Mancha Real, Jaén.
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