Hoy era
nuestro segundo día en el instituto en esta movilidad jobshadowing de nuestro proyecto Erasmus+, y, como ya hicimos la rondas de
presentaciones ayer, nos habían asignado entrar directamente a clase a las 8.15.
Eso ha implicado tener que levantarnos muy temprano ante el temor de volver a
perdernos entre la distancia que separa la estación de metro de la escuela de
educación secundaria de Tapiola Lukio. Menos mal que hoy hemos sido hábiles.
Eso sí, hemos llegado con media hora de antelación, por lo que nos ha dado
tiempo a pasear por el entorno del instituto. Bucólico es poco (aquí unas fotos
que lo demuestran).
Como ya hemos dicho, la primera clase empezaba a las 8.15 de la mañana. A esa hora había 20 alumnos sentados en sus sitios. Entre cinco y 10 minutos más tarde, ya había 22. Carmen y yo apuntábamos en nuestros cuadernos una nota que decía “ flexibilidad en la puntualidad”. A las 8.30 se volvía abrir la puerta, y, sin ni siquiera llamar, entraba otra alumna más. Ella (según nos ha parecido), pedía disculpas en finlandés y la profesora le sonreía con naturalidad. Éste ha sido el desencadenante de nuestra reflexión del día: ¿confiar en los alumnos les ayuda a convertirse en personas honestas?
Esta
naturalidad hacia los alumnos (pocos) que
llegan tarde no solo la hemos percibido en esta clase, sino en todas las otras sesiones a las que hemos asistido.
Esto resultaría muy difícil de tolerar en nuestro instituto, así como muchas
otras situaciones a las que hemos asistido hoy. Todo esto, junto con
conversaciones posteriores que hemos mantenido con algunos de los profesores al
respecto, nos han llevado a la conclusión de que, por encima de todo, estos
docentes confían en sus alumnos. Comentaremos
las circunstancias que más han llamado nuestra atención.
Ha habido un par de ocasiones a lo largo de la mañana en las
que algún alumno se ha ausentado momentáneamente del aula SIN PEDIR PERMISO y
ha regresado en silencio, para incorporarse de nuevo al ritmo de la clase.
Ningún profesor ha pedido explicaciones ni ha hecho ningún gesto de
disconformidad.
'(...) por encima de todo, estos docentes confían en sus alumnos'.
Cuando un profesor no puede asistir a clase un día puntual por cualquier motivo, el grupo de bachillerato en cuestión no necesita estar acompañado de ningún otro profesor. No existe la figura del profesor de guardia. Simplemente, los alumnos trabajan de manera autónoma durante esa hora o pasan el tiempo tranquilamente en las zonas comunes.
Si un estudiante se encuentra enfermo, no es necesario que
la familia se desplace hasta el instituto para recogerlo y llevarlo a casa o al
médico; se confía en él y se le deja salir del centro. En el caso de la
educación obligatoria (nuestra ESO), simplemente
se llama a la familia para informar de que al niño se le dará permiso para
abandonar el instituto. Cuando
mostrábamos nuestra sorpresa a los profesores, preguntándonos cómo los alumnos
no se aprovechaban de esto para escaparse de las clases cuando querían, nos han
contestado que, hasta el momento, ningún alumno había hecho un mal uso de este
voto de confianza.
Sin embargo, si ha habido una situación que ha llamado
poderosamente nuestra atención, ha sido el uso natural y continuado de los
teléfonos móviles como recurso para trabajar en el aula.
Somos conscientes de que este es un tema controvertido debido al mal uso que algunos alumnos han hecho de los teléfonos móviles en los centros. De ahí su prohibición en la mayoría de ellos a día de hoy. Esto no quiere decir que en Finlandia no haya habido problemas parecidos; sin embargo, este grupo de profesores parece dar más valor a las ventajas del uso de los móviles en el aula que a los inconvenientes que pueden ocasionar.
Somos conscientes de que este es un tema controvertido debido al mal uso que algunos alumnos han hecho de los teléfonos móviles en los centros. De ahí su prohibición en la mayoría de ellos a día de hoy. Esto no quiere decir que en Finlandia no haya habido problemas parecidos; sin embargo, este grupo de profesores parece dar más valor a las ventajas del uso de los móviles en el aula que a los inconvenientes que pueden ocasionar.
Usan los móviles continuamente para buscar información,
traducir palabras, participar en los juegos propuestos por el profesor, contestar
cuestionarios, realizar actividades de repaso, seguir el libro digital, etc. Nuestra desconfianza nos ha
llevado hoy a una situación curiosa. Una chica sentada en primera fila no
parecía estar siguiendo el ritmo de la clase, ya que no tenía frente a ella ni
su ordenador con la versión digital del libro ni el libro en sí. Únicamente miraba su móvil sin
levantar la cabeza de la pantalla. Cuando la profesora se ha acercado a ella
para evitar que siguiera distraída, la chica le enseñado la pantalla del móvil.
No estaba jugando ni usando ninguna red
social. La chica había olvidado su libro de texto en casa y había fotografiado
la página que estaban trabajando del libro de texto de una compañera.
Simplemente estaba siguiendo la clase desde la pantalla de su móvil. Por
supuesto, hay algunos momentos en los que los alumnos revisan sus mensajes de
WhatsApp o de Instagram de manera fugaz; pero, eso sí, después de terminar la
tarea que el profesor les haya asignado.
Como diría nuestro querido coordinador…food for thought.
No queremos terminar nuestro artículo sin hacer mención a
nuestra referencia cultural del día. Hoy un día muy importante para los
finlandeses. Celebran el “vappu”. Este término hace referencia al día 1 de
mayo, que es la festividad del trabajo y la celebración de los estudiantes. Es
el mayor día de fiesta en este país y lo celebran por todo lo alto por las
calles y parques de la ciudad, brindando disfrazados y comiendo dulces típicos.
Es lo más parecido que te encontrarás a un carnaval en Helsinki.
Para los alumnos también es un día especial; es su fiesta por excelencia y tienen permiso para desinhibirse durante un rato en el instituto. Hemos presenciado un concurso de comedores de “tippaleipä” y bebedores de “sima”, (sin manos), hemos oído bromas por megafonía, hemos disfrutado con los colores de sus disfraces y de los de sus profesores e incluso nos hemos divertido con las “dotes” de patinador de alguno de los alumnos.
Para los alumnos también es un día especial; es su fiesta por excelencia y tienen permiso para desinhibirse durante un rato en el instituto. Hemos presenciado un concurso de comedores de “tippaleipä” y bebedores de “sima”, (sin manos), hemos oído bromas por megafonía, hemos disfrutado con los colores de sus disfraces y de los de sus profesores e incluso nos hemos divertido con las “dotes” de patinador de alguno de los alumnos.
Mañana nosotras también descansaremos. Ya os contaremos qué
tal se nos da eso de celebrar el “vappu”.
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